Durante los primeros años del siglo XX, ‘Abdu’l-Bahá, el Hijo mayor de Bahá’u’lláh, fue el principal exponente de la Fe bahá’í. Fue reconocido como el campeón de la justicia social y como embajador para la paz internacional.
‘Abdu’l-Bahá (1844-1921)
Al mantener la unidad como el principio fundamental de Sus enseñanzas, Bahá’u’lláh estableció la salvaguarda necesaria para que Su religión nunca sufriera la misma suerte de las demás, que se dividieron en sectas después de la muerte de sus Fundadores. En Sus Escritos, instruyó a todos a volverse a Su Hijo mayor, ‘Abdu’l-Bahá, no solamente como el intérprete autorizado de los escritos bahá’ís, sino también como el ejemplo perfecto del espíritu y las enseñanzas de la Fe.
Después del fallecimiento de Bahá’u’lláh, las extraordinarias cualidades de carácter de ‘Abdu’l-Bahá, Su conocimiento y Su servicio a la humanidad, ofrecieron una demostración vívida de las enseñanzas de Bahá’u’lláh en la acción, y aportaron gran prestigio a la comunidad que se expandía rápidamente en todo el mundo
‘Abdu’l-Bahá dedicó Su ministerio al avance de la Fe de Su Padre y a la promoción de los ideales de paz y de unidad. Alentó el establecimiento de instituciones bahá’ís locales, y guió las nacientes iniciativas educativas, sociales y económicas. Después de Su liberación de toda una vida de encarcelamiento, ‘Abdu’l-Bahá emprendió una serie de viajes que lo llevaron a Egipto, Europa y Norteamérica. En todos los momentos de Su vida, presentó con brillante sencillez a los de alto y bajo rango por igual, la prescripción de Bahá’u’lláh para la renovación espiritual y social de la humanidad.
«Quienquiera se haya asociado con Él ha visto a un hombre sumamente bien informado, cuya expresión es cautivante, quien atrae a las mentes y almas, y está dedicado a la creencia en la unidad de la humanidad…»
— -El periódico Al-Mu’ayyad, Egipto, 16 de octubre de 1910